Me trae hoy a esta ilustre tribuna la intención de desarrollar, aunque sólo sea de una fonT1a somera, la vida de los Veterinarios Rurales en los últimos cuarenta años. Llegué a titularme Veterinario, sin tener antecedentes familiares en la profesión. No tengo constancia de ningún antepasado próximo ni lejano que hubiese sido veterinario. Por otra parte, cuando en el año 1949 terminé mis estudios, no sabía nada del pasado, y apenas tenía idea del porvenir de la Veterinaria. Creo sinceramente que tal vez mi afición al caballo, que desde mi ni niñez tuve la ocasión de cultivar, fue el móvil que me impul só a decidirme por esta profesión, decisión de la que, en honor a la verdad, tengo la satisfacción de poder manifestar que en ningún momento me he arrepentido.